MIRADOR DE MARIOTA


Mirador desde el cual es posible avistar el vuelo de aves rapaces típicas de estas zonas arribeñas como el Buitre Leonado, el Alimoche, etc., que suelen anidar en las paredes verticales que descienden vertiginosamente hacia el Duero.

Este lugar cercano a la Majada de los Arandeles y a las Majadas de Arriba y Abajo, debido a su altura y visibilidad, permitía a los cabreros vigilar subidos a los picones (farallones de granito) a la cabriada que pastaba en las zonas de pendiente hacia el Duero.

Con anterioridad a la creación de la Presa de Aldeadávila, en ciertas épocas del año el débil caudal permitía el fácil paso de contrabando entre orillas, auxiliado en ocasiones por sistemas de cuerdas y poleas y vigilados de cerca por los guardinhas portugueses y los carabineros españoles.

                                              

CONTRABANDO

Ha sido esta tierra, desde que los reinos de Castilla y Portugal convirtieron al Duero en frontera, un paso de obligado pago por la mercancía transportada, tierra de contrabando, de estraperlo, de delito perseguido.

En la noche, desde lo alto, donde la visibilidad es buena, pertrechados en las casas de carabineros, vigilaban por parejas de un lado los guardinhas portugueses, y del nuestro los carabineros, que desaparecieron en 1940 al integrarse en el Cuerpo de la Guardia Civil.

Este paso de la Mariota era conocido y usado por los contrabandistas, en la mayoría de ocasiones vecinos del pueblo encubiertos por la población local y en ocasiones por los propios carabineros, que no sólo conocían el monte como la palma de su mano, sino también las costumbres de los guardias.

Al caer la noche, el día convenido, bajaban los contrabandistas a la orilla del río y lanzaban la maroma, una gruesa cuerda que fijaban a las dos orillas. Una gran argolla o barzón a las que se ataban cuerdas más delgadas llamada guindaletas, era suficiente para que la mercancía se deslizara gracias a la diferencia de altura.