POBLADO DEL SALTO


Por debajo de la Presa de Aldeadávila se encuentra el Poblado de La Verde, también conocido como el Poblado de Iberdrola o El Salto.

El proyecto de construcción de la presa no solo conllevaba los problemas técnicos y los derivados para su puesta en marcha. Debido a la magnitud que presentaba levantar este tipo de construcciones, también había que tener en cuenta la gran cantidad de mano de obra que se necesitaba, por este motivo, se hizo necesario establecer estos pueblos; de ahí el nombre de “poblados”, cercanos a la obra para dar cobijo a los trabajadores y a sus familias ya que los núcleos de población, normalmente, se encontraban a cierta distancia. En este caso la distancia de Aldeadávila al Poblado de la Verde es de 8 kilómetros.

Hubo que dotar a estos poblados de las instalaciones adecuadas para que sus habitantes pudieran llevar una vida diaria cubriendo las necesidades básicas. Había escuelas, enfermerías, hospitales, instalaciones deportivas (normalmente frontones o campos de fútbol), iglesias, comedores, cantinas, viviendas y muchos barracones.

Concretamente el poblado de Aldeadávila, además de las viviendas para alojar a sus habitantes, tenía  escuela, pista de tenis, frontón, piscina, centro de salud, iglesia, tienda, carnicería, pescadería y bares.

Actualmente está habitado por los trabajadores que trabajan en la Central Hidroeléctrica.

Dentro del poblado encontramos el Convento de Santa Marina La Verde; antiguo monasterio franciscano que fue abandonado tras la desamortización de Mendizábal. Se encontraba en ruinas hasta que Iberduero lo restauró para convertirlo en hospedería.

Tanto el poblado con el convento son propiedad privada.

CONVENTO DE SANTA MARINA LA VERDE

Los primeros pobladores de los que se tiene constancia  fueron unos eremitas que vivían resguardados en las pallas o al abrigo de las peñas. Llevaban una vida dedicada a la oración y su principal fuente de  alimento la encontraban en los frutos silvestres que encontraban en estas tierras.

Este lugar se conocía con el nombre de El Manzanedo por la gran cantidad de manzanas que recolectaban en la zona. Después se llamó Santa Marina, en homenaje a la santa (leyenda de Santa Marina) y hasta ese paraje llegaban muchas personas para pedir su protección. Acudían vecinos de Aldeadávila, Mieza, de otros pueblos cercanos, también, lugareños de los pueblos portugueses de la Guaza y Borzó.

Narra Gómez Moreno en su Catálogo Monumental de Salamanca que la Capilla primitiva del convento data del siglo XIII. Esta datación coincide con la teoría de que fue edificado cuando San Francisco de Asís estuvo en Ciudad Rodrigo visitando y fundando casas de la Orden, lo cual nos descubre su antigüedad.

El origen de la construcción lo encontramos en la siguiente leyenda relatada por Luis Mata Martín en su libro Historia de Aldeadávila:

“Según la tradición, en tiempos de la dominación musulmana existía una doncella extraordinaria. Sus padres, residentes en el cercano lugar de Las Uces, eran cristianos fervorosos y sufrían las penalidades de una vida plagada de escaseces, como humildes labriegos agobiados por los cuantiosos tributos que se veían obligados a pagar al invasor. Marina les ayudaba con su trabajo personal cuidando de un pequeño rebaño de ovejas propiedad de la familia. Un día, mientras se encontraba en el campo pastoreando el ganado, pasó por allí un caudillo árabe que, al verla, se prendó de su hermosura. La requirió de amores; quiso obtener por la fuerza los favores de la joven pastorcilla y Marina, invocando a la Virgen María desde el fondo del alma, le pidió ayuda para librarse de él. Acudió el Cielo en su auxilio. Puso alas a sus pies y, casi volando, en vertiginosa carrera, logró huir del feroz guerrero, a pesar de perseguirla éste a galope en su brioso corcel. Atravesó la doncella llanuras y quebradas, altozanos y arroyos, hasta llegar a la profunda hondonada de la cuenca del Duero. El paso allí le quedaba cortado por el rugiente discurrir de las aguas. Temerosa de que el moro pudiera dar con ella, invocando de nuevo al Altísimo, frente a la una roca donde se hallaba, hizo esta petición: Ábrete peña sagrada, que viene Marina cansada. En el hueco que en la peña se abrió se introdujo, logrando de este modo dejar su honestidad a salvo. Allí murió, según relata la leyenda.”

En el año 1523 fue constituido en la sede de un Estudio de Gramática.

La vida conventual llegó a su fin cuando en el año 1835 se decretó la exclaustración debido a la Desamortización de Mendizábal. A partir de ese momento los edificios del complejo monástico comenzaron a deteriorarse progresivamente hasta que en el año 1960 Iberduero comenzó la construcción de la Presa de Aldeadávila y se encargó de su restauración, quedando como hospedería para los trabajadores de la central.