FIESTAS DEL TORO


El 24 de agosto se celebran las fiestas en honor a San Bartolomé, patrón del pueblo. Son conocidas como las Fiestas del Toro ya que es costumbre lidiar reses bravas y sus encierros a caballo son muy concurridos y con una larga tradición.

El Desenjaule es un evento popular al que acuden vecinos de Aldeadávila y gentes de la comarca. Otra cita importante es el desfile de carrozas, realizadas por las peñas del pueblo, que con su creatividad y originalidad forman un espectáculo digno de ver. Por las noches, las verbenas en la plaza del pueblo, acogen a cientos de personas que a ritmo de la música y el baile cierran cada día festivo.

Hay una programación muy variada. Algunas tradiciones y eventos principales:

Día 21: destacan las actividades para los más pequeños: rampa de agua y parque infantil. Ruta de bares con charanga. Capea nocturna por la noche.

El día 22 de agosto tiene lugar el famoso “desenjaule” en el Prado de los Toros (Rocoso). En este lugar se sueltan uno a uno todos los toros que formarán parte de los encierros y corridas los días de fiestas. Al finalizar se organiza un convite para todos los asistentes compuesto de “chochos” (altramuces), aceitunas y sangría. Mientras tanto, una charanga anima con su música la jornada.

Cada mañana de encierro los mayorales acuden al Prado (prao) de los Toros para realizar el apartado (apartao de los toros) de los novillos que saldrán ese día hacia la plaza. Esos mismos toros serán toreados por la tarde en la correspondiente corrida. Los novillos recorren el camino hasta el pueblo y al llegar a la entrada, en la Calle San Marcos, tocan las campanas de la iglesia y comienza la carrera hasta la plaza donde se encuentra ubicado el coso taurino.

También el día 22, tiene lugar el desfile de peñas desde la Ermita de San Sebastián hasta la plaza, a continuación el pregón de fiestas.

Día 23,  bajada del santo con el grupo de tamborileros y charros de Aldeadávila. Paella de peñas, y por la noche Coronación de la reina y damas de las fiestas.

El día 24 es el día de San Bartolomé, patrón del pueblo. Se celebra misa y procesión en honor al santo. Después, convite para todos en la plaza, donde no falta el hornazo y dulces típicos como las perrunillas, hojaldres y mantecados, acompañados del vino de Arribes del Duero.

Partido de pelota por la tarde.

Por la noche, el desfile de carrozas se convierte en un gran espectáculo. Las peñas del pueblo realizan de forma artesanal su propia carroza con grandes dosis de originalidad y creatividad por parte de todos los participantes. Grandes premios para las carrozas más votadas. Al finalizar el desfile comienza la verbena.

El día 25, a las 7:00 h de la mañana se suelta la vaquilla del aguardiente. Primer día de encierro y corrida de toros.

Cada día de fiesta no falta el encierro, la corrida y la verbena por la noche, pero hay otras actividades a lo largo de la jornada para todos los públicos.

El día 28 es el último día de encierros y corridas. Concluyen las fiestas con el Entierro de la sardina que es organizado por la peña que ha ganado el concurso de carrozas.

 

TRADICIÓN

En otros tiempos los días de ferias y fiestas se celebraban del 24 al 26 de agosto; incluían el día del patrón del pueblo, San Bartolomé, el día del toro y el día de las vacas.

El día 23 por la tarde se celebraba la procesión en la que se trasladaba al Santo desde la ermita de San Sebastián hasta la Iglesia (bajar a San Bartolomé), allí quedaba expuesto para darle culto hasta el día 28 fiesta de San Agustín, momento en el que regresaba a su ermita (subir a San Bartolomé).

El día 24 se decía misa en honor al patrón, acompañada por el coro que estaba formado por vecinos del pueblo. Finalizada la misa se salía en procesión con la imagen del santo y se daba a besar su reliquia.

La feria de juguetes y caramelos hacía las delicias de los más pequeños, pero la feria más importante era la Feria de Ganado que se situaba entre el Juego de Pelota hasta la Era y La Horca. En estas fechas normalmente los vecinos necesitaban comprar un cerdo que sería cebado para la matanza. Era una feria muy frecuentada.

El día de San Bartolomé, también era tradición ir a ver los toros al “prao”. Los asistentes al evento se acomodaban en las peñas de las fincas cercanas al prado.

En la corrida se toreaba un toro y seis novillos érales. Una vez que habían sido toreados eran devueltos a su lugar de origen acompañados por un par de cabestros.

Al  atardecer se celebraba el baile en el que participaban todos los vecinos del pueblo. Tocaba una banda de música, donde el cornetín, el bombo y los platillos eran los instrumentos protagonistas. El grupo intercambiaba sus actuaciones con la flauta y el tamboril, instrumentos que representan la música tradicional y los bailes charros.

Por la noche continuaba la fiesta con las rondas en las que las cuadrillas portaban su bandera, equipados con almireces, sartenes y sonajas acompañaban la música del tamboril o de un acordeón y transitaban por las calles del pueblo tocando sus instrumentos y cantando las canciones del toro.

Al amanecer, tocaban las campanas para que todos los vecinos fueran a “esperar el toro” y presenciar el encierro. Desde la torre de la iglesia tocaban las campanas cuando los toros llegaban a San Marcos. Por la tarde tenía lugar la corrida.

Después de la corrida comenzaba el baile público en la plaza.

El día siguiente por la mañana, algunos mozos cabalgando sobre sus mulos se encaminaban hasta el cercano pueblo de La Zarza, donde acordaban con los vecinos que les prestasen algunas de las vaquillas más bravas y así poder torearlas. Con la ayuda de un par de cabestros trasladaban el ganado hasta la plaza, sonaban las campanas y de esta forma la gente acudía al encierro.

Al llegar la tarde tenía lugar la capea que era muy esperada por el público. Al finalizar, las reses volvían a su lugar de procedencia.

No se conoce el origen de la fiesta pero en el año 1752 ya consta por escrito un documento que hace referencia a las corridas de toros.

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