ETIMOLOGÍA


En los primeros escritos del s.XIII aparece con el nombre de aldea Dauila o aldea de Ávila, se opina que el nombre vino dado hacia 1170 por las posesiones que tuvieron en la zona la Hermandad denominada Frates de Ávila, documentados también en Barruecopardo.

La primera referencia histórica la tenemos de 1265, en copia documental de 1345 conservada en los archivos de la Catedral de Salamanca: la Yglesia Catedral de la ciudad de Salamanca: Summa Libro a todos los préstamos que la iglesia Catedral de la Ciudad de Salamanca ha e tiene en la dicha ciudad e en sus tierras e término e en la villa de Ledesma e en su término…, y se refiere al préstamo para la construcción de la iglesia de Corporario, Aldeadávila, y otras poblaciones de las Arribes.

Otras referencias históricas primeras datan de 1315,y 1322 en las Cortes del Reino de Burgos y Valladolid sobre el Señorío de los infantes Pedro de Molina y Sancho Pérez establecido en las aldeas de La Ribera entre 1290 y 1322.

Según la Universidad de Granada, 1964, el término aldea-Dávila tiene un origen árabe indudable. Las calles de este pueblo, muy antiguas, mantienen nombres de resonancia medieval: de la Cilla, Remoria, Atalaya, Peñas, el Mimbrero, etc. De este origen árabe se conserva un lienzo de 400 metros de cercas árabes, próximo a la Ermita de La Santa, en riesgo de desaparición, así como su antiguo perímetro, que delimita los antiguos barrios de Abajo, “Peñas”, “La Atalaya” y de Arriba. En la plaza mayor actual hay sepulturas de dicha época.

HISTORIA


La abundancia de fuentes en el «Barrio de Abajo», las fértiles tierras y el microclima propiciaron el poblamiento en la época árabe. En toda la comarca abundan las leyendas árabes, sus temas principales son las doncellas, las vírgenes, las fortalezas y las riquezas.

Según la Universidad de Granada, el término «Aldea-Dauila» podría tener un origen árabe indudable. Las calles de este pueblo, muy antiguas, mantienen nombres de resonancia medieval: «la Cilla», «Remoria», «Atalaya», «Peñas», «el Mimbrero», etc. De este origen se conserva un lienzo de 400 metros de cercas árabes, próximo a la Ermita de La Santa, en riesgo de desaparición, así como su antiguo perímetro, que delimita los antiguos barrios «de Abajo», «de Arriba», «Peñas» y «La Atalaya». En la plaza mayor actual todavía existen sepulturas de dicha época.

Es, sí, un silencio vivo el que aquí reina, vivo porque reposa sobre el sempiterno rumor del Duero, que en puro ser continuo acaba por borrarse de la conciencia de quien lo recoge. Allí, en aquel refugio, libertaríanse los espíritus del tiempo, engendrador de cuidados, yendo cada día a hundirse sin ruido con su malicia en la eternidad. ¡Siempre el mismo río, los mismos peñascos siempre, todo inmutable! Cuando lo que nos rodea no cambia, acabamos por no sentimos cambiar, por comprender que es el vivir un morir continuo, que «entre la vida y la muerte no hay espacio ninguno», como reza la inscripción del convento de La Verde... Hay en el camino un punto que se llama el montadero de los frailes; a una peña que forma a modo de un asiento le llaman la silla del guardián. Allí cuentan también que, viniendo Santa Marina perseguida de los moros y cansada del camino, al llegar a una peña, le dijo: «Ábrete, peña cerrada, que viene Marina cansada». En la peña hendida se colocó un altar a la santa, y sobre ella se alzó la capilla de Santa Marina, cercana al convento…
Parte del relato publicado en la revista bilbaína 'Ecos Literarios' (19 de marzo de 1898), Miguel de Unamuno.

La Reconquista de la zona, hasta entonces bajo dominio musulmán, la realiza el Reino de León, que surge a partir del Reino de Asturias de Don Pelayo y del que luego se subdividirían y/o desgajarían el Condado de Castilla, el Reino de Galicia y el Reino de Portugal. La repoblación de las tierras conquistadas llevada a cabo por los reyes leoneses planteó una disposición muy distinta de la actual, basando su desarrollo en el modelo repoblador gallego, que consistía en disponer muchas aldeas de pequeño tamaño y muy próximas entre sí, esquema que a la larga hizo insostenibles económicamente a muchas de ellas. En documentos de 1265 están registradas «Simirera», «Aveto» o «Robredo de las Casas» (posteriormente «Robredo de Santo Domingo»). En los siglos XIV y XV existieron con parroquia propia las de «Quadrilleros» (en Corporario de la Ribera), la de «Alcornocal» (próxima al Teso Alcornoque de Aldeadávila) y la de «La Revilla de Aldeadávila», que fueron abandonadas hacia los siglos XVII y XVIII. Finalmente perduraron hasta el siglo XIX las de «La Verde» (o «Santa Marina») y la de «Robredo de Santo Domingo». Gracias a los esfuerzos de vecinos de Aldeadávila de la Ribera y La Zarza de Pumareda se están empezando a rescatar restos medievales de tumbas y ermitas.12

Finalizada la Reconquista, la zona no fue afectada por conflictos importantes. Permaneció pacíficamente integrada en la corona leonesa, lejos de los conflictos con Castilla por encontrarse en el extremo más occidental, junto a la frontera con Portugal con quien tampoco tuvo conflictos destacables debido a la frontera natural que supone el río Duero.9

La repoblación fue realizada en su mayoría por colonos asturianos aunque también por gallegos y castellanos, que trajeron consigo su cultura e idiosincrasia. Según podría atestiguar su topónimo, Aldeadávila de la Ribera y Corporario fueron núcleos repoblados por colonos abulenses el primero, y segovianos el segundo, durante la segunda mitad del siglo XII, perteneciendo a la Diócesis de Salamanca en lo eclesiástico y al Reino de León en lo civil, militar y administrativo. La mayoría de autores los etiquetan como topónimos segoviano-abulenses.5

 

La historia de Aldeadávila durante su integración en la corona leonesa, nos cuenta que al igual que el resto de localidades salmantinas fronterizas con Portugal y ribereñas del Duero, perteneció al concejo de villa y tierra de Ledesma, representado por sus señores medievales o de realengo en las Cortes del Reino de León de 1188, consideradas la cuna del parlamentarismo a nivel mundial. El primero o uno de los primeros documentos históricos que se conservan, en los que aparece nombrada Aldeadávila, data de 1265, copia documental de 1345, en el que se refiere por parte de la «Yglesia catedral de la ciudad de Salamanca» al préstamo que tiene con «Aldea Dauila» por la obra de la iglesia.12

Con la muerte de Alfonso IX de León en 1230, su hijo Fernando III el Santo, quien ya era rey de Castilla, hereda el Reino de León, pero mantiene sus propias estructuras durante la Edad Moderna, conservando tanto sus instituciones como sus características de organización territorial.

En 1270 es fundado por frailes franciscanos el Convento de La Verde, siendo abandonado en 1834 tras la desamortización de Mendizábal.

Coincidiendo con el Tratado de Alcañices (1297), se indica que el concejo de Ledesma pertenecía al Señorío del infante Pedro. Posteriormente, en documentos de la celebración de las Cortes de Castilla y León el día 22 de julio de 1315 en Burgos, se nos dice que los representantes de la villa de Ledesma piden la restitución al concejo, con todos sus derechos, de las aldeas de Dieza -Mieza de la Ribera-, Aldea d'Avila -Aldeadávila de la Ribera-, Darios -Corporario-, Cabeza de Furamontanos -Cabeza de Framontanos-, Penna -Pereña de la Ribera- y Villarino de Arias -Villarino de los Aires-, algo a lo que la regencia del futuro rey Alfonso XI accede. Las Cortes de Valladolid de 1322, ya muerto el infante Pedro, confirman el traslado de la comarca de La Ribera de nuevo al concejo de Ledesma. Estos antiguos textos nos hacen pensar que estas aldeas fueron fortificadas en dicha época, para evitar nuevas ocupaciones portuguesas como las que realizó en 1296 el rey Dionisio I de Portugal, que ocupó hasta Simancas (Valladolid) y se anexionó posteriormente toda la comarca de Riba-Coa. De esta época señorial de finales del siglo XIII con la crisis dinástica en la Corona de León y Castilla a la muerte de Fernando IV, procederían, entre otras, la antigua torre de Aldeadávila, que era un alcázar que se recreció y amplió a finales del siglo XV y principios del XVI. Además de este, también hubo castillos importantes en Vilvestre, Barruecopardo (anterior a 1212), Mieza de la Ribera, Masueco y Pereña.

Durante los reinados de Alfonso XI, Pedro I y Enrique II, el territorio de las Arribes del Duero vuelve a señorializarse y a tener sentido militar. Es donado a una sucesión de infantes bastardos y futuras reinas y reyes, entre ellos al infante Fernando Alfonso y a la reina Leonor de Alburquerque que se casa con Fernando I de Aragón en 1393, uniendo su señorío al de las «cinco villas».

El definitivo asentamiento altomedieval de calles como «Atalaya», «la Cilla», «Peñas» o «Remoria» parece estar relacionado con la defensa fronteriza acontecida en la zona durante el siglo XII, momento en el que existió una atalaya en un promontorio rocoso próximo a la torre actual. Durante el infantado de Don Pedro de Molina, regente de Alfonso XI, el núcleo de población se refortificó con una cerca de 830 metros de perímetro elipsoidal regular, de la que se conserva su trazado y un lienzo entre la Ermita de La Santa y la travesía de la Atalaya. El barrio intramuros «de Abajo» es un laberinto medieval y renacentista de callejuelas, patios enlosados de piedra, fachadas blasonadas con inscripciones y un sinfín de casas típicas de Las Arribes que conservan su carácter y por las que parece no haber pasado el tiempo, aunque alguna casa moderna que ensombrece el paseo. Desde ellas se puede admirar la torre y sentir algo de la admiración y el temor que debería de provocar en los vasallos medievales. El barrio «de Arriba» es todavía más laberíntico y se cree que en 1590 fueron alojadas en él 23 familias moriscas, por decreto de Felipe II.

La segunda mitad del siglo XV conoce una gran prosperidad en la zona y una redistribución importante de la población, siendo Ledesma, Aldeadávila, Villarino, Pereña, Masueco de la Ribera y Mieza los núcleos más poblados. Quizás por ello, la zona sufre abusos e intentos de señorialización por parte de caballeros salmantinos, como en el caso de García de Ledesma, antes de 1494: «...para que García de Ledesma, vecino de Salamanca, se presente ante el Consejo real y no moleste a los vecinos de Aldea de Ávila y de Masueco, con excomuniones…».

Hacia 1500 se crean seis Rodas, en la comarca de La Ribera las de Villarino y Mieza, aunque poco antes de 1534 la de Villarino se subdivide creándose la de Mazuecos -Masueco-. Cada roda tenía derecho a un escribano de número para celebrar escrituras públicas, no obstante algunas localidades como Aldeadávila también tuvieron derecho a escribano, como así se recoge en el acuerdo de 1501 firmado entre el bachiller de Aldeadávila y el Convento de las Monjas Clarisas de Salamanca. Hacia 1600 se constituye un Señorío en la zona, que por donación real ostenta Alfonso Fernández de Villarino de los Aires, quien lo transmite a su hijo Gonzalo y posteriormente al explorador del Perú Martín de Ledesma Valderrama. Entre sus lugares y sus términos figuraban Mazuelos -Masueco-, Aldea Dávila -Aldeadávila-, Corpario -Corporario-, La Vídola, Fuentes, Villasbonas -Villasbuenas-, La Badina, Villamuerto -Villarmuerto-, Grandes, Grandenos y Herbalejos, entre otros. La intervención urbanística de Martín de Ledesma en Villarino fue muy importante hacia 1624 «e lo que compré de Gonzalo Fernández, fijo de Alfonso Fernández de Villarino, en el dicho lugar de Villarino, la mitad del lugar que yo fice nuevo dentro en el corral de las mismas casas del dicho lugar de Villarino».

Aldeadávila alcanza el estatus de villa durante el siglo XVIII, época en la que pertenece a la Orden de Santiago, en la demarcación de «Partido y Vara de Castrotorafe» lo que hace que la población vuelva a alcanzar un nuevo período de prosperidad.

La Guerra de la Independencia, iniciada en 1808, trajo a la zona importantes destrozos pues fueron destruidos el Colegio de Masueco de la Ribera o la techumbre de la iglesia de Aldeadávila entre otros. Hubo importantes revueltas contra el ejército francés por la comarca de Vitigudino.

La comunicación de la parte norte de la comarca histórica de La Ribera con Ledesma y Salamanca, siempre fue a través del puente de Masueco, en la ruta L-5 que unía Ledesma con Aldeadávila y el convento de La Verde, ruta que atrajo población y peregrinos jacobeos, algo que ha quedado reflejado en el estilo arquitectónico isabelino, principalmente en Pereña y Masueco de la Ribera.

Con la división territorial de España de 1833 en la que se crean las actuales provincias, Aldeadávila queda encuadrada dentro de la Región Leonesa, formada por las provincias de León, Zamora y Salamanca, de carácter meramente clasificatorio, sin operatividad administrativa, que a grandes rasgos vendría a recoger la antigua demarcación del Reino de León (sin Galicia ni Asturias).13

El escritor y rector de la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno era un enamorado de Las Arribes. Su primera visita empezó por Masueco, la segunda por Fermoselle, entre los años 1894 y 1902. Habla con gran cariño de la zona y a Aldeadávila le dedica algunos párrafos: «De Masueco fuimos a Aldeadávila de la Ribera, la corte de esta región, la villa para los comarcanos. Y después de hacer noche en ella, emprendimos la marcha al retiro de La Verde... retiro en un tiempo de frailes menores... En la poterna, sobre la puerta y debajo de un escudo con los cinco estigmas franciscanos se lee: "Entre la vida y la muerte no hay espacio ninguno; en un instante se acaba lo que vive en el mundo. Año MDCCLXIX"».

En 1956 comienzan las obras del conocido como Salto de Aldeadávila. Iberduero construye un poblado para dar cobijo a las familias de los empleados en la construcción de la presa de Aldeadávila junto al antiguo Convento de Santa María de La Verde, que es restaurado y convertido en hospedería. El conjunto de los trabajos realizados para levantar la presa duraron hasta 1963, justo durante el período de autarquía de la dictadura franquista, en el comienzo de la apertura hacia el exterior. Las primeras tareas de desviación del río se emprenden solapándose en el tiempo con la finalización de las obras del Salto de Saucelle. Afrontan con éxito varias crecidas del río, la más importante tuvo lugar durante los últimos días de diciembre de 1961 en la que se registró una avenida máxima de 9.000 /s. Fue todo un récord para aquella época pues según los registros históricos, estas crecidas se suelen producir con un periodo de alrededor de 100 años (la anterior de similares dimensiones ocurrió en 1860). El 17 de noviembre de 1962 la central se pone en marcha por primera vez y el 30 de diciembre de 1963 comienza a funcionar a máxima potencia. En su día fue la mayor de su tipo en Europa Occidental y su puesta en marcha supuso doblar la producción total de Iberduero.14​ El acto de inauguración protocolario se realizó el 17 de octubre de 1964, en la explanada de acceso a Aldeadávila I se dieron cita Francisco Franco, jefe del Estado español, António de Oliveira Salazar, jefe del Gobierno portugués, Jorge Vigón Suero-Díaz, ministro de obras públicas, Pedro de Careaga y Baseabe, presidente de Iberduero, y los gobernadores civiles de las provincias de Salamanca y Zamora entre otros.15

En 1965 se rueda en la presa de Aldeadávila el final de la película «Doctor Zhivago», en el que se muestran unas imágenes impresionantes desembalsando, y durante unos días del verano de 1972 se graban las escenas finales del mediometraje «La cabina», dirigido por Antonio Mercero, en las que aparecen la central hidroeléctrica así como las galerías, la carretera y la explanada de la «Gran Bóveda» por las que se accede a ella. En la trama, el lugar es un depósito de cabinas defectuosas a donde es llevado el personaje interpretado por José Luis López Vázquez.1617

Entre 1983 y 1986 tienen lugar las obras de la segunda central «Aldeadávila II», se vuelve oradar en la roca a través un túnel abierto por la galería por la que se accede a «Aldeadávila I».14

El 21 de julio de 1972 se aprueba la incorporación del municipio de Corporario al de Aldeadávila debido a la falta de medios económicos para prestar los servicios mínimos obligatorios.10

Con la entrada de la democracia la vida en Aldeadávila se mantuvo sin grandes cambios y apenas han sucedido eventos reseñables. Entre 1983 y 1986 se llevaron a cabo los trabajos de ampliación de la presa de Aldeadávila, con la instalación de un nuevo grupo de turbinas y la creación de una segunda central de producción hidroeléctrica, Aldeadávila II. Hoy en día la presa de Aldeadávila, con sus dos centrales, tiene una producción media de 2400 millones de GWh al año y es la presa hidroeléctrica más importante de España y una de las más importantes de Europa Occidental.

En 1987 el Gobierno nacional quiso poner en marcha en el municipio el proyecto IPES, un laboratorio experimental de residuos radiactivos que iba a desarrollarse en la caverna granítica de la central hidroeléctrica de Aldeadávila. Pero el rechazo unánime de la sociedad y el aumento de la tensión política llevaron al secuestro del vicepresidente de la Diputación Provincial de Salamanca, Luis Calvo Rengel, el 3 de abril de 1987. El político fue retenido durante 30 horas en el salón de plenos del ayuntamiento de Aldeadávila tras ir a entregar un escrito de apoyo a las manifestaciones en contra del proyecto en Las Arribes. Un grupo de vecinos decidió retenerlo como medida de presión ante las altas instancias del Gobierno, obligando a que fueran las fuerzas antidisturbios quienes pusieran fin al secuestro después de 30 horas de retención.18​ En una entrevista posterior Luis Calvo Rengel recuerda: «Me avisaron de que no fuera a Adeadávila, de que la cosa estaba tensa, pero mi obligación era explicar algo que estaba claro y es que si la prueba del laboratorio era positiva el cementerio nuclear se instalaría en la zona». Pocos meses después, ciudadanos de Aldeadávila continuaron con las presiones en contra del proyecto IPES y utilizaron explosivos para derribar una torreta del tendido eléctrico, lo que acabó por llevar a que el Gobierno renunciara al proyecto en octubre del mismo año, sin que hubiera consecuencias penales por el secuestro ni por ninguna de las otras actuaciones cometidas. Todos estos sucesos, junto con las movilizaciones y manifestaciones pacíficas que hubo en el municipio a lo largo de 1987, han sido definidos por el geólogo y escritor salmantino Daniel H. Barreña como los sucesos de Aldeadávila. Su novela IPES19​ recrea el secuestro de Luis Calvo Rengel y las tensas horas que se vivieron en el municipio entre el 2 y el 3 de abril de 1987.202122